sábado, 31 de octubre de 2009

Como quién renace...

Como a las 16 años alucinaba con los flirteos de algún tímido jovencito que compartiera mi afición por el dibujo y el anime y que en cierto modo se comportara también como los personajes de anime, sobretodo aquellos personajes que siempre andaban con la computadora y eran los genios de la serie, esos a los que les aparecía una gota enorme al costado de la cara cada vez que oían algo tonto, así n_nU , y que además del cálculo gustara de lo esotérico y tuviera un fino sentido del humor como el de mi profesor de Cosmología, que tuviera también cierto parecido físico con Santiago Nasar, así todo lindo con esos ojos grandes que tan deliciosamente describe Gabo en su libro, que tuviera linda sonrisa y que fuera de preferencia delgado, taciturno y con la extraordinaria habilidad psíquica de leer la mente de los demás y así pudiera saber qué pienso y qué quiero.

Pasó el tiempo y sin querer queriendo tuve mi primer enamorado, con quien compartía ciertas aficiones y algunas cosas de él me encantaban porque encajaban muy bien con mi exigente (e inmaduramente soñadora) lista, pero otras me disgustaban mucho, y ahí vinieron los problemas. Luego él empezó a decepcionarme, yo empecé a decepcionarlo, empezamos a hacernos daño y posteriormente pasamos a detestarnos. Aunque siempre apostábamos por las nuevas oportunidades, recuerdo que yo le reprochaba: -Para volver a ser lo que era antes tendríamos que olvidar todo y eso es imposible. O sino: -Es que tú no eres romántico, no sabes cómo es que yo pienso. (obviamente el pobre se esforzaba, pero no tenía esa habilidad de leer la mente...ni tampoco de poner la cara así n_nU), -Quisiera ser la de antes, tener esa inocencia que me caracterizaba, ya no es lo mismo, -Para que sea lo de antes tendría que empezar con alguien nuevo...y así, etc., etc. veía yo como mi ensoñado príncipe se iba esfumando ante las nuevas exigencias que saltaban ante mis nuevas necesidades.
Pasó el tiempo y mi lista de exigencias cambió un poco, ahora ya no requería que ponga cara de anime , sepa leer mentes o se parezca a Santiago Nasar, pero que sí sea romántico, inteligente y que le guste escribir y tener esa sensible alma de los poetas y sin querer queriendo tuve mi segundo enamorado y algunas cosas de él me encantaban porque encajaban muy bien con mi exigente (y medianamente soñadora) lista, pero otras me disgustaban mucho, y ahí vinieron los problemas, a él también empezaba a reprocharle.

Pasó el tiempo y mi lista de exigencias cambió un poco, ahora ya no requería que sea romántico, ponga cara de anime, sepa leer mentes, se parezca a Santiago Nasar, sea un geek, guste de lo esotérico y sea delgado, pero sí seguí con eso de que fuera sensible, inteligente y que además fuera aventurero y sin querer queriendo tuve mi tercer enamorado y algunas cosas de él me encantaban porque encajaban muy bien con mi exigente (y medianamente realista) lista, pero otras me disgustaban mucho, y ahí vinieron los problemas, a él también empezaba a reprocharle.

Pasó el tiempo, pasaron los años, pasaron los enamorados y mi lista de exigencias fue cambiando y cambiando, mutó tanto que al final terminó reduciéndose a sólo lo básico y vital: un chico inteligente, gracioso, bueno, sensible y por sobretodas las cosas con valores!! y ya esta última exigencia por sí sola ya era mucha cosa, un chico con valores en estos tiempos!!, es decir un chico honesto, responsable, fiel, moral, respetuoso, etc. Tan difícil y tan simple a la vez. Por qué no busqué eso al principio?, cómo es que mi mente se puso a exigir tantos detalles fabulosos y complicados de alguien? Bueno, es que querramos o no, somos víctimas de los medios masivos de comunicación, sobretodo nosotras las mujeres. Producto de tantas telenovelas, canciones, cuentos, novelas de amor es que en algún momento empezamos a enajenar la realidad y sumando esto a nuestros deseos, armamos sin darnos cuenta a nuestro estereotipo de hombre ideal. Hay que admitirlo, yo tenía un estereotipo de hombre ideal. Creo que muchos de nosotros somos víctimas de los esteorotipos, hasta la visión actual que tenemos del amor es un estereotipo.

Ahora estaba ahí yo, con mi nueva lista básica, creyendo que esta última se había hecho el doble de exigente que la inicial. Andaba un poco resignada, pero pude darme cuenta de que lo que en realidad buscaba (y necesitaba) era a alguien que fuera más allá de la apariencia y esas cosas del ego, alguien que me satisfaciera a un nivel más profundo, que me hiciera volver a sentir esa inocencia, despreocupación, tranquilidad, confianza y diversión que dejé de lado cuando era niña, sin que yo se la pida, porque al fin y al cabo todo lo demás que podía brindarme: cara de anime, misterioso, geek, aventurero, poemas bonitos, sentido del humor, empatía y etc., iban a depender de como andara este chico por dentro. Y así, sin querer queriendo, conocí al chico que hoy es mi enamorado, de quien debo decir no es ningún Santiago Nasar, ningún geek, genio, poeta, otaku, ni es delgado, adivina pensamientos o es un loco arriesgado, pero que en cambio es super tierno, respetuoso (hasta tradicional diría yo), empático, inteligente, muy bondadoso (algo muy importante) y sobretodo, con valores!!, me hace sentir tanta confianza en él y en mí misma, es en serio, me hace sentir especial, además, claro está, vienen con el paquete una linda sonrisa, un cuerpo atlético de disciplinado deportista (traga hamburguesas), bromista, detallista, aficionado de los dibujitos, excelente cocinero, y carita de anime, así ¬¬ , y luego el bonus este de hacerme-caso-ponerse-en-mi-lugar-y-saber-lo-que-me-gusta ya lo ha ido aprendiendo con el tiempo. De alguna manera, estando con él, vuelvo a sentirme en casa, a ser lo que era. Claro que no está exento de defectos, pero ahí vamos, superándolos ambos.

Me pone feliz tenerlo a mi lado y me pone feliz también saber qué es lo que quiero. Será por eso que dicen los más experimentados: me basta con que sea bueno y honesto, o simplemente con que sea sincero, porque saben que todo lo demás viene por añadidura.

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