Digamos que me hallaba mirando el cielo, queriendo acercarme a las nubes, al pináculo de mi séptima vida pero permaneciendo muy lejana aún, con los pies todavía en tierra. Digamos que me distraje y en cierto momento todo se me escapó de las manos y digamos que luego de ese momento, ese todo, se estrelló contra el suelo para en centésimas de segundo después convertirse en pedacitos de recuerdos, promesas y anhelos. Digamos que los pedacitos se incrustaron en mis pies descalzos. Y saben? Esos pedacitos de escoria me duelen.
Pues bien, ahora voy a sacármelos y maúllar de dolor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario