sábado, 31 de octubre de 2009

Sos una...

Pero qué manera tan sutil de decirle a una chica que es una tremenda p*ta. Y es que esta canción es tan dulce, tan amorosa, tan delicada...que hasta yo quisiera ser una p*ta para que me la dediquen.

Como quién renace...

Como a las 16 años alucinaba con los flirteos de algún tímido jovencito que compartiera mi afición por el dibujo y el anime y que en cierto modo se comportara también como los personajes de anime, sobretodo aquellos personajes que siempre andaban con la computadora y eran los genios de la serie, esos a los que les aparecía una gota enorme al costado de la cara cada vez que oían algo tonto, así n_nU , y que además del cálculo gustara de lo esotérico y tuviera un fino sentido del humor como el de mi profesor de Cosmología, que tuviera también cierto parecido físico con Santiago Nasar, así todo lindo con esos ojos grandes que tan deliciosamente describe Gabo en su libro, que tuviera linda sonrisa y que fuera de preferencia delgado, taciturno y con la extraordinaria habilidad psíquica de leer la mente de los demás y así pudiera saber qué pienso y qué quiero.

Pasó el tiempo y sin querer queriendo tuve mi primer enamorado, con quien compartía ciertas aficiones y algunas cosas de él me encantaban porque encajaban muy bien con mi exigente (e inmaduramente soñadora) lista, pero otras me disgustaban mucho, y ahí vinieron los problemas. Luego él empezó a decepcionarme, yo empecé a decepcionarlo, empezamos a hacernos daño y posteriormente pasamos a detestarnos. Aunque siempre apostábamos por las nuevas oportunidades, recuerdo que yo le reprochaba: -Para volver a ser lo que era antes tendríamos que olvidar todo y eso es imposible. O sino: -Es que tú no eres romántico, no sabes cómo es que yo pienso. (obviamente el pobre se esforzaba, pero no tenía esa habilidad de leer la mente...ni tampoco de poner la cara así n_nU), -Quisiera ser la de antes, tener esa inocencia que me caracterizaba, ya no es lo mismo, -Para que sea lo de antes tendría que empezar con alguien nuevo...y así, etc., etc. veía yo como mi ensoñado príncipe se iba esfumando ante las nuevas exigencias que saltaban ante mis nuevas necesidades.
Pasó el tiempo y mi lista de exigencias cambió un poco, ahora ya no requería que ponga cara de anime , sepa leer mentes o se parezca a Santiago Nasar, pero que sí sea romántico, inteligente y que le guste escribir y tener esa sensible alma de los poetas y sin querer queriendo tuve mi segundo enamorado y algunas cosas de él me encantaban porque encajaban muy bien con mi exigente (y medianamente soñadora) lista, pero otras me disgustaban mucho, y ahí vinieron los problemas, a él también empezaba a reprocharle.

Pasó el tiempo y mi lista de exigencias cambió un poco, ahora ya no requería que sea romántico, ponga cara de anime, sepa leer mentes, se parezca a Santiago Nasar, sea un geek, guste de lo esotérico y sea delgado, pero sí seguí con eso de que fuera sensible, inteligente y que además fuera aventurero y sin querer queriendo tuve mi tercer enamorado y algunas cosas de él me encantaban porque encajaban muy bien con mi exigente (y medianamente realista) lista, pero otras me disgustaban mucho, y ahí vinieron los problemas, a él también empezaba a reprocharle.

Pasó el tiempo, pasaron los años, pasaron los enamorados y mi lista de exigencias fue cambiando y cambiando, mutó tanto que al final terminó reduciéndose a sólo lo básico y vital: un chico inteligente, gracioso, bueno, sensible y por sobretodas las cosas con valores!! y ya esta última exigencia por sí sola ya era mucha cosa, un chico con valores en estos tiempos!!, es decir un chico honesto, responsable, fiel, moral, respetuoso, etc. Tan difícil y tan simple a la vez. Por qué no busqué eso al principio?, cómo es que mi mente se puso a exigir tantos detalles fabulosos y complicados de alguien? Bueno, es que querramos o no, somos víctimas de los medios masivos de comunicación, sobretodo nosotras las mujeres. Producto de tantas telenovelas, canciones, cuentos, novelas de amor es que en algún momento empezamos a enajenar la realidad y sumando esto a nuestros deseos, armamos sin darnos cuenta a nuestro estereotipo de hombre ideal. Hay que admitirlo, yo tenía un estereotipo de hombre ideal. Creo que muchos de nosotros somos víctimas de los esteorotipos, hasta la visión actual que tenemos del amor es un estereotipo.

Ahora estaba ahí yo, con mi nueva lista básica, creyendo que esta última se había hecho el doble de exigente que la inicial. Andaba un poco resignada, pero pude darme cuenta de que lo que en realidad buscaba (y necesitaba) era a alguien que fuera más allá de la apariencia y esas cosas del ego, alguien que me satisfaciera a un nivel más profundo, que me hiciera volver a sentir esa inocencia, despreocupación, tranquilidad, confianza y diversión que dejé de lado cuando era niña, sin que yo se la pida, porque al fin y al cabo todo lo demás que podía brindarme: cara de anime, misterioso, geek, aventurero, poemas bonitos, sentido del humor, empatía y etc., iban a depender de como andara este chico por dentro. Y así, sin querer queriendo, conocí al chico que hoy es mi enamorado, de quien debo decir no es ningún Santiago Nasar, ningún geek, genio, poeta, otaku, ni es delgado, adivina pensamientos o es un loco arriesgado, pero que en cambio es super tierno, respetuoso (hasta tradicional diría yo), empático, inteligente, muy bondadoso (algo muy importante) y sobretodo, con valores!!, me hace sentir tanta confianza en él y en mí misma, es en serio, me hace sentir especial, además, claro está, vienen con el paquete una linda sonrisa, un cuerpo atlético de disciplinado deportista (traga hamburguesas), bromista, detallista, aficionado de los dibujitos, excelente cocinero, y carita de anime, así ¬¬ , y luego el bonus este de hacerme-caso-ponerse-en-mi-lugar-y-saber-lo-que-me-gusta ya lo ha ido aprendiendo con el tiempo. De alguna manera, estando con él, vuelvo a sentirme en casa, a ser lo que era. Claro que no está exento de defectos, pero ahí vamos, superándolos ambos.

Me pone feliz tenerlo a mi lado y me pone feliz también saber qué es lo que quiero. Será por eso que dicen los más experimentados: me basta con que sea bueno y honesto, o simplemente con que sea sincero, porque saben que todo lo demás viene por añadidura.

miércoles, 18 de febrero de 2009

Periplo

Hacía muchos años, cuando solía entrar a foros de literatura, poesía, seudopoesía, anime, música, religiones, sectas, chismes, películas y cuanto foro existiera, conocí a un pata que decía vivir en Arequipa. El tipo había escrito un poema que me pareció bravazo, me identifiqué con él, me pareció bueno y le escribí a su mail dándole mi comentario. El chico me respondió, agradecido por mi apreciación y en fin, fue así como dio comienzo la constante comunicación. Una vez me dijo que venía a Lima y que sería una oportunidad para conocernos, porque así nomás no solía venir y que además yo había despertado en él mucha curiosidad, le parecía interesante y bla bla bla, demás floro para intentar ligar. Acepté. Sólo había visto una foto que él me había enviado y en donde no se le distinguía muy bien el rostro, sólo se distinguía bien su cabello algo rubio. Al menos sabría que con eso podría distinguirlo.


Llegó el día del encuentro. No estaba tan emocionada ni con ganas de impresionar. Era alguien a quien vería una sola vez. Él llegó, era alto y no era rubio, sino pelirrojo (a quien, para fines prácticos, llamaremos Red). No estaba tan mal, salvo que aparentaba tener más edad de la que decía. Esa tarde nos la pasamos andando y conversando, al comienzo tímidos, luego más desenvueltos. Era un chico bastante arrogante en persona, con poses de conquistador, de gran macho y vestía como turista, aprovechándose de su apariencia, se noataba que gustaba llamar la atención. Aún así, continuamos paseando. Llegada la noche, fuimos a un parque y el ambiente se prestó para que me diera un beso, un largo beso, claro fue largo, porque yo se lo permití. En un minuto pasamos de 0 a 100 grados y una hora luego ya estábamos jugando manitas calientes en el depa de su hermana. Pero bueeenoo, terminada la faena, llegó la despedida. No hubo tristeza ni lágrimas de por medio, sino un simple: chau, cuidate, que te vaya bien. Como quien despide a un conocido. Además, su actitud me resultaba algo repulsiva. Aunque debo admitir que me dejó intrigada por saber cómo sería jugando matatirutirulá, pero la curiosidad se esfumó al instante. Total, quién sabe cuando lo volvería a ver.


Pasados los años y no hace tanto, retomamos la conversación, tras haberlo bloqueado y desbloqueado infinidad de veces (porque ustedes saben, cuando quieres olvidarte de alguien, simplemente le cortas el contacto más cercano, el msn en este caso. Pero como luego me sentía aburrida, lo volvía a agregar, y así sucesivamente), de modo que la comunicación nunca fue continua. Sin embargo, esta vez sí. Ambos habíamos terminado largas relaciones y nos hallábamos en una situación similar. Había identificación. Así que volvimos con las largas charlas. Me comentó que ahora vivía en el norte y que venía a Lima a ver unos temas y que sería chevere volver a encontrarnos. Le dije, sale! Además, de hecho que se me cruzó por la mente aquel asunto que quedó pendiente.


Esta vez el encuentro que nos dimos duró más tiempo y obvio, fuimos con las manitas ya preparadas. Sin embargo, nuevamente no pudo concretarse. La razón? Esta vez no había en donde y no había money para el telo (qué libertina, dios!). Eeenn fin!!, paciencia me dije. Y paciencia la necesitaba, porque en esos tiempos andaba con las hormonas revueltas, necesitaba matar la pena a como dé lugar.


Se fue otra vez. Decidí no bloquearlo, sino continuar con la complicidad. Cuando volví a verlo por msn, empezamos a maquinar la siguiente cita. Debo admitir que la cosa estaba más interesante ahora. Sin embargo él alegaba que no podría volver a viajar sino hasta tiempo después. En fin, como las huevas, tranquila. Hasta que él empezó a insinuar una visita mía hacia allá. Yo no acepté, le dije que no tenía excusas para salir de viaje. La propuesta quedó ahí. Pero a los días la propuesta se levantó nuevamente. Y admito que esa vez sí logró mover mi curiosidad. Me levantaba con la idea dándome vueltas. De pronto, ya empezábamos a planear mi viaje. Contaba yo con tres grandes limitaciones: dinero, tiempo y el permiso de mi padre. Por la primera me dijo que no me preocupe, él me prestaba para el regreso, por el segundo, que busque un fin de semana y por el tercero que lo pida,...pero bajo otra excusa, un campamento de un día sonaba bien. De modo que así fuimos puliéndolo. Separé un fin de semana y luego le pedí permiso a mi padre bajo la mentira del campamento. Aceptó, pero con algo de incredulidad. Yo estaba bastante nerviosa.


Cuando llegó el día, me acerqué a mi padre para pedirle para el pasaje. Se negó!. Me dijo que no, que pensaba que yo tenía y que no iba a darme, que yo viera como me iba (con razón, me dio permiso sin preguntar tanto). Aaaah!!, al final mi hermano me prestó. Ahora, el siguiente detalle era comprar el pasaje, considerando que para viajar hasta donde él estaba, sólo salían carros a las 9 am y a las 11 de la noche, según la página de la agencia. En la noche, ni hablar psss. Salí volando de casa para agarrar el de las 9. Cogí las cosas para mi "campamento" y tomé taxi, pero aún así me encontré con tremendo tráfico. Yo pataleaba, eran 10 para las 9! Llegué al paradero de buses (no tenía dinero para reservar antes en una agencia) pero ya era muy tarde!. El bus había salido en realidad a las 8am (maldita página web, por qué no actualizan la información!!). De modo que me quedé dando vueltas en plena Av. Iquitos, sin saber a donde ir, porque recuerden que yo estaba de "campamento". Irme donde alguna amiga? Ni hablar!, sus viejos iban a preguntar mucho. Quedarme en algún hotel? Sola?? Qué aburrido!. Llamé al susodicho y le expliqué la situación y me expresó su decepción. Ya estaba por desistir de todo y estaba a punto de despedirme cuando levanté la mirada y vi flameando frente a mí un gran cartel que decía: Trujillo - Chiclayo - Chimbote, 12 am. Le dije que lo volvía a llamar. Crucé como bólido el apretado laberinto de autos para llegar a esa agencia. El pasaje era mucho más barato que el de la otra agencia, hasta me alcanzaba para volver. Así que lo compré inmediatamente. Luego lo llamé para informarle de la buena nueva. Me dijo que me esperaba.


Subí al bus y este estaba casi vacío. Me puse los audífonos para oír el CD de Pink Floyd que él me había obsequiado y que estaba buenísimo y recliné bien mi asiento. Al cabo de un rato pasaba un azafato trayendo la comida. Me asombré que por tan bajo precio ofrecieron almuerzo. Luego pusieron el aire acondicionado. Yo iba alucinando mientras oía Amused to Death. Veía el mar al fondo, el cielo nublado y de repente un rayo de luz abriéndose paso entre esas nubes e iluminando un pedazo de océano, brillante, espectacular. Me eché a dormir, cuando aproximadamente a eso de las 5pm el azafato me volvía a despertar, para ofrecerme una merienda con galletitas. Me parecía tan raro! Por un momento imaginaba que o bien había subido al bus equivocado e iba a terminar por Trujillo o bien el bus se había estrellado, yo había quedado en coma y mi alma en pena vivía en un mundo paralelo.


Faltaba poco para llegar. Yo estaba bastante ansiosa. Al cabo de un rato, el bus llegó. Bajé, caminé hacia la agencia y ahí lo vi, con su ropa de trabajo aún, esperando. Se veía bastante bien con ropa de vestir. No esperamos mucho y tomamos un taxi para irnos a su departamento. Llegamos y yo me sentía medio dopada por la adrenalina de la clandestinidad (como siempre, esa sensación de mareo). Miraba todo alrededor. Me invitó a mirar televisión con él. Todo ello era en definitiva una locura, el haberlo conocido, su actitud arrogante, el viaje a pesar de ello y los obstáculos que había sorteado. Sin embargo allí estaba...y mi curiosidad por culminar el asunto pendiente también estaba. Nos miramos un rato y las palabras sobraron. Empezamos a besarnos nuevamente, las manos subían y bajaban, amasando con desesperación. Sentía como mi ropa era jalada por aquí y por allá, retirada con impaciencia. Su boca rozaba mi cuello, mis pezones, mi abdomen, exploraba todo. Yo me animé y empecé a desvestirlo despacio también. Cuando lo tuve en camisa y calzoncillos, miraba de reojo hacia abajo para comprobar el nivel al que Red se estaba acercando. No parecía muy excitado que digamos, cosa bastante contraria a la desesperación que mostraba y a su actitud de gran macho también. En realidad, yo tenía bastante curiosidad por ver al combatiente. Así que empecé a tocarlo también, pero no me dejó. Siguió besándome y al cabo de un rato, él mismo se terminaba de desvestir. No pude evitar bajar la mirada, mirar y no pude evitar sorprenderme. El tamaño de su pene era inversamente proporcional al de su gran ego! Era como mi pulgar!! Fue cuando se me cruzó por la mente el dicho: los blancos la tienen chiquita ¬¬ No voy a negarlo, me sentí un poco desilusionada. Y en mi inocente maldad quise hasta reírme. -Pero vamos! -pensé, aún queda su performance. De modo, que ni cortos ni perezosos, empezamos a hacerlo en su mueble. Y me dejó pidiendo chepi. Ya en la madrugada, nos metimos a la cama, pusimos música y nos dormimos.


A la mañana siguiente, al no ubicarme geográficamente, mi corazón se congeló. Voltié y lo vi a mi lado. Lo observé un rato, luego me observé yo y me tranquilicé, agradecida de que no me faltara ni un órgano. Lo observaba y en la frescura del amanecer iba tomando conciencia de la magnitud de mi locura. Observaba su habitación. Lo observaba a él nuevamente, sí era lindo. Empecé a andar alrededor: habían fotos, juguetes, muchos discos, muchos libros amontonados y un dibujo enmarcado. Era una caricatura que habían hecho de él y su ex novia. Luego, me dirigí a la cocina, no había nada comestible. Y así seguí recorriendo desnuda todo ese pequeño hábitat. Abrí las cortinas y una mala maniobra mía hizo que se cayeran. El ruido alertó al vecino, quien volteó hacia la ventana y se me quedó mirando como pavo. Él también despertó.


Después de darnos un baño, fuimos a comprar el desayuno y a comprar mi pasaje de vuelta. En el terminal el golpe del olor que emanan las harineras de pescado golpeó fuertemente mis sentidos. Felizmente la atención fue rápida y pudimos volver. El vecino al vernos, nos saludó amablemente, a pesar de haberme visto calata no me puso mala cara.


Luego, llegó la hora de la despedida. Una condenada jarana, porque el bus casi me deja. Hubiese sido terrible tener que esperar hasta las 10 de la noche y someterme a una segura reprimenda. Pero felizmente no fue así y alcanzamos al bus en un taxi. Al subir, me despedí con una gran sonrisa. Satisfecha a pesar de todo.


Al regreso venía con más gente. Me encantaba mirar el mar. Paramos a almorzar en una ciudad, Todos los pasajeros debían bajar. Yo no comí nada, pues nada me apetecía. Me quedé sentada en el huerto del restaurante, mirando a una cría de oveja jugar. Ahí, bajo el sol del atardecer, frente al mar y frente a mi tremendo silencio, las cosas tomaban más sentido.


Llegué tardísimo a mi casa. Mi padre me preguntó si no nos había pasado nada con eso del paro en la Carretera Central (recuerden que yo estaba de campamento). Yo le dije que no, naturalmente. Él me miró incrédulo una vez más. Pero ya no le presté atención y subí a mi cuarto. Algo en mí ya no consideraba una estupidez el hecho de haberme escapado hasta tan lejos, algo en mí sentía que había valido la pena haber vivido esa aventura: el haber corrido tras un bus, el que me hayan visto calata, el haber estado viendo a una oveja juguetear, el haber estado tan lejos sola. De algún modo había aprendido a zafarme con conchudez de toda culpa. Fue ese el gran aporte con el que volví de allá, el gran aporte que me dejó el hombre con el pene chiquito.

sábado, 7 de febrero de 2009

Autorretrato


Según Camilla Engman
*Mentiraaa...(pero por ahí va el parecido)

martes, 27 de enero de 2009

Irrumpiendo en el Tejado

Hablando de treparse en habitaciones ajenas. Hasta cierta época de mi vida fueron la dosis de adrenalina, de excitación, las que le daban un olor a aventura a mis alicaídas vacaciones adolescentes. Me hacían alucinarme un gato real, de los que husmea en las viviendas ajenas en busca de algo para robar, jugar o comer. Pero eso sí, jamás me hizo compararme con la versión femenina y posmodernista de Romeo, puesto que mis ascendidas nunca tuvieron un fin declamatorio, inmaculado, de fervoroso amor. Todo lo contrario, eran más bien una especie de reto que por el galán de aquel entonces solía tomar. Y bueno, cabe anotar que un galán en todo el sentido de la palabra no te somete a semejante hazaña, además este en realidad resultó ser un patán. Y si mezclamos galán y patán obtenemos un gatán, término que se ajusta más a aquella condición gatuna. Y bueno, yo estaba tan cojuda por él en esos tiempos que si me decía vístete de King Kong y trepa hasta la punta del cochino edificio del Centro Cívico yo lo hacía! Aaah, a veces extraño sus idioteces.

Pero bueno, el asunto de la trepada fue más o menos así. El gatán y yo habíamos terminado una larga relación. Yo porsupuesto, andaba deprimida. Valga decir que esa fue La Depresión. Daba cualquier cosa que no valiera la pena por regresar con él. Sin embargo, el muy pendeivis ya había iniciado a la semanita nomás otra relación. La tipa, ni corta ni perezosa, al toque también aceptó. Yo andaba requetepicona y creo que cualquier mujer en mi situación hubiese sentido lo mismo. Sin embargo, continué con mi vida, salí con otros chicos, me divertí pero siempre con el gatán metido en la cabeza. Hasta que un día, la llamada se hizo. Me sorprendió que la hiciera, luego de que jurara nunca más en su vida hablarme (por estupideces que luego contaré). Aquel día hablamos como amigos, recordamos viejos tiempos y la nostalgia nos entró a ambos. Todo muy feeling hasta que a él se le ocurrió:

-Oye, hay que vernos?

-Uhmm, pero tu enamorada qué va a pensar? -yo, feliz de que lo propusiera e importándome un bledo lo que pensara la feacia de su enamorada.

-No te preocupes, no se va a enterar. -decía él con un tono cómplice.

-Ah!, en secreto!. Pero y si alguien nos ve? -era lo que más hubiese querido!

-No, nadie nos ve de noche...a menos claro, que tú vayas y le cuentes.

-Ah!!, de noche? -ya me imaginaba por donde iba la cosa- Pero cómo se te ocurre que yo voy a hablar?, sería para meterme en problemas yo también...y yo no quiero eso! -no, no quería eso para mí, pero sí moría por ver la cara de la tipa al enterarse. Dioses!, no podía creer que me estén dando esta oportunidad!

-Entonces, qué dices?

-Ya pues, a qué hora?

Y así, con una llamadita se dio comienzo a nuestra relación clandestina. Nunca hubiese imaginado jugar yo ese papel, el de la otra, teniendo en cuenta que antes yo había sido la firme. Normalmente los papeles son inversos.

Esa noche nos vimos, él fue a recogerme en su carro. Hablamos mucho, nos dijimos a cada uno cuánto habíamos cambiado físicamente, que qué linda estaba yo y demás piropos baratos. Y ustedes ya se imaginarán, el carro se presta para pasar de la palabra a la acción, los jueguitos de manitas calientes y demás. No en vano había llevado el dichoso juguetito. Esa noche también, ella lo llamó, comenzaron a discutir, no sé de qué, empezaron a amenazarse y a gritarse y yo sólo lo miraba. Para cualquier ex novia despechada hubiese sido la gloria ver aquello y para mí lo fue, no voy a negarlo, pero además de ello, sentí gran pena, pena por él, por verlo tan desgraciado en ese momento. Sin embargo, al instante la pena se me esfumó cuando él decidió salir volando a su casa, pues ella quería verificar si es que él verdaderamente se hallaba en su casa (floro que él le quiso meter). Mi pena dio lugar a indignación y simplemente decidí irme, huir. Craso error. Él salió corriendo tras de mí y empezaba a llamarme, todos miraban la escena. Yo sólo lo alentaba a irse.


-No te metas en más problemas, anda nomás.


-No, no quiero irme, ya estoy en problemas con ella, pero no quiero estar en problemas contigo! -en ese instante, acababa de brindarme él sólo, la potestad para hacer reclamos. Me hice la comrpensiva, porsupuesto.


-No, no estás en problemas conmigo. Sabes? Yo aún te quiero y no me gusta verte sufrir.


-Gracias. Discúlpame por arrastrarte en esto.


-No, en serio, no hay de qué disculparse, ve a tu casa y sigue con tu vida -aquí la cosa ya tomaba guión de novela mexicana.


-Yo también te quiero todavía, no quiero que te vayas triste. -sí claro, le salvé el pellejo, es lo mínimo que debía decirme.

-No lo hago, ahí viene mi carro, me voy yendo. -y sonreí como un ángel. Remordimiento asegurado para él.

Después de aplicar mis dotes de manipulación seguí con mi vida tranquila. Ya sabía que en cualquier momento iba a volver a llamar. Y dicho y hecho, volvió a hacerlo...insistiendo con la propuesta trunca y prometiendo que esta vez nadie nos interrumpiría. De modo que así se reanudaron los encuentros clandestinos.

El día de mi cumpleaños, su llamada porsupuesto no podía faltar. Tampoco el ofrecimiento de regalo.

-Hoy es tu cumpleaños, hoy pídeme lo que quieras.

-Uhmm, cómprame falafel. -yo, haciéndome la zonza, claro.

-Quieres falafel? Vas a gastar mi ofrecimiento en un falafel?

-Bueno, bueno, pero qué más puedo pedir? Qué puedes ofrecerme tú?

-Una visita a mi casa puede ser. -él sabía muy bien que desde nuestro rompimiento, su casa era suelo vetado para mis pies y el hecho de que me ofreciera entrar a la comodidad de su hogar era una oferta bastante estimada para ambos, en realidad.

-Pero tu familia?

-Ellos duermen.

-A qué hora y en dónde?

Acordamos encontrarnos bien entrada la noche, pues antes yo debía salir con mi familia a cenar por la celebración de mi cumple. Le dije a mi padre que iba a salir con unos amigos, que nos íbamos a encontrar. Mi padre me dijo: Te llevo hasta dónde están ellos. La cagada!! Aduje que estaba cerca y que no se preocupara en llevarme, pero él insistió. Estaba tan nerviosa con que me descubriera que me entraron unas ganas de orinar tremendas!. Le dije que se detuviera en un Mc Donald's y subí como bólido al baño. Desde ahí llamé al gatán y le informé sobre la situación. Él me dijo que me calme y que tratase de inventarme algo. De modo que pude comprobar que no quería declinar su propuesta. Me hice la que me demoraba, le envié un mensaje a mi hermano pidiéndole que convenciera a mi padre de que arranquen sin mí. Tras unos eternos 5 minutos mi hermano respondió: Ya nos estamos yendo. Sentí un gran alivio, pero ahora que lo pienso, todo aquello parecía una mala señal, como si algo quisiera detener el encuentro.

Me encontré con él en el lugar acordado. Y partimos. Primero estuvimos rondando por los parques en el auto. Al cabo de un rato, fuimos a su casa. Nos quedamos en su cochera, estacionados un rato, tratando de captar todo ruido que indicara la presencia familiar aún despierta. Cuando no hubo más ruido, bajamos del auto y empezamos a besarnos en la entrada de la puerta, todo muy bien. Con lo que no contábamos era con la mascota, una perra poodle que tenía el ladrido de mil bocinas. Entonces él tuvo miedo y me dijo:

-Si te ve, va a empezar a ladrar y va a despertar a todos.

-Ahora? Bah! Vámonos de aquí, vamos a otro lado.

-No, yo quiero que te quedes.

-Pero será imposible pasar. -en ese momento aparecía la gatita que él tenía, me vio y se acercó instantáneamente a ronronearme. Me recordaba. Acto seguido, se trepó en unas escaleras contiguas y se metió a la casa por la ventana del segundo piso. La vimos y luego él me miró a mí. Yo sabía que quería decirme con esa mirada.

-Ni hablar! No voy a entrar por esa ventana.

-Bueno, está bien. -dijo, y se sentó en el suelo, mirándome con sus grandes ojos lujuriosos. Yo me senté a su lado. Empezó a besarme nuevamente. Los besos se hacían cada vez más apasionados y pronto dieron rienda suelta a las fogosas caricias. Me entraron las ganas. Muchas ganas! A pesar del miedo a ser descubiertos por alguien de la casa en ese momento, pero víctima de la arrechura le dije:

-Ok, pasa tu primero y espérame allá en la ventana.

-Está bien, sácate los tacos, para que no te resbales.

Y obedecí inmediatamente. Luego procedí a subir descalza las escaleras caracol que rozaban esa ventana, mientras él pasaba a la casa y callaba a la perra. Una vez a la altura de la ventana, él apareció. Me extendió las manos. Yo le alcancé la mía, con la otra me sostenía del tubo de la escalera. Puse un pie, luego el otro, me arrodillé en el borde lista para saltar. Un mal movimiento hizo que uno de mis pies resbalara pero con un malabar, volví a apoyarme, golpeando y raspando mi canilla. Él me sostuvo fuerte esta vez y me cargó, dejándome bajar. Estábamos en lo que había sio el cuarto de su hermano antes de casarse. Empezamos con los besos y las caricias nuevamente. Planeábamos hacerlo ahí, pero su hermana dormía en el cuarto contiguo y podía oír todo. Entonces él decidió mejor trasladarnos a su cuarto, que estaba al final del pasillo. Una sensación de mareo me abordó. Abrió la puerta, miró el pasillo y me dijo que lo siguiera en sigilo. Lo hice. Me sentía como en la escena del robo de un banco. Entramos en su cuarto. Y ahí estaba yo, nuevamente en el territorio que alguna vez me perteneció. Todo seguía igual, ni siquiera el desorden había cambiado. En seguida, él comenzó a desvestirme, a tocarme, a besar todo mi cuerpo, a decir que lo ansiaba desde hacía tanto. En el preciso momento en que empezaba a dejarme llevar, perdí todo remordimiento. Lo hicimos como en los viejos tiempos, ni nos importaba ya el ruido. Su hermana se despertó, al parecer nos había oído, ambos nos quedamos estáticos. Salió de su cuarto, entró al baño, salió y volvió a su cuarto. Al pasar el susto, los abrazos románticos entraron en escena. Era raro ser la otra.

En lo que no habíamos pensado era en la salida. A él se le ocurrió salir primero, bajar al primer piso, tomar a la perra y meterla en el baño, para que no me vea. -Genial! -le dije. -Cómo no se te ocurió eso antes!!!. Me miró con cara de upsss, pero en fin, ya estaba hecho. De modo que salió él primero, escondió a la perra y luego bajé yo, con el mismo sigilo con el que había entrado. Dudo que los demás no hayan oído mis pies chirriar en la escalera de madera. Salimos de la casa por fin. Él me llevó hasta mi casa, bueno, hasta la esquina de mi casa. No nos miramos al despedirnos y mucho menos nos dimos el clásico besito de despedida. Nos dimos un simple chau.

Entré en mi casa y saludé a mi padre con una gran sonrisa. Casi nunca lo hago. Me miró extrañado, pero luego me devolvió la sonrisa. Dudo que imaginara de dónde llegaba yo y dudo que supiera lo que simbolizaba mi sonrisa. Esa sonrisa era el botín robado.

Subí a mi cuarto, apagué las luces, apagué mi sonrisa y eché a descansar a mi desparpajo, mi nuevo amigo.

lunes, 26 de enero de 2009

Qué cosa pasa?

Debería estar durmiendo, lo sé. Mañana la monotonía me espera, como todos estos últimos días, en el paradero. La muy condenada sube incluso al micro conmigo, no paga pasaje pero siempre va cómoda y encuentra lugar. Se baja sin que nadie la empuje, pasa por el portón universitario sin que nadie le exija mostrar carnet y se sienta a mi lado en clase, mortificándome la vida universitaria. Sin embargo, aprovechando que ahora está dormida es que me escapo para escribir algunas líneas. Siempre lo hago pero ahora estoy faltosa y me muestro más osada que nunca al tratar de inaugurar mi blog.

Y bueno, y a todo esto para qué un blog?, me hará famosa?, me alimentará?, qué gano?. Pues, uhmmm (déjenme maquinar), con respecto a la primera pregunta, quién sabe, puede ser, sin embargo, no es mi cometido, carezco de un talento desarrollado en estas lides, no soy Vargas Llosa, una maldita Bukowski o un seudogurú Coelhiano, pero aspiro a superarlos :) Segunda pregunta: No, no me llenaré la panza ni pagaré mis deudas o compraré regalos para el resto, pero sí pecaré de egoísta al ahogar mi tiempo en él y si bien no me alimentará, me ayudará a vomitar toda el sarcasmo que en mí bulle, algunas elegantemente, y otras, al más puro estilo del Exorcista. Y finalmente, la tercera pregunta: sé que no ganaré nada en términos dinerarios o de reconocimiento, pero sé que con esto perderé la vergüenza, sé que empataré con la verdad y sé que entre tanta letra entenderé la verdad del resto y en un muy lejano final, habré quemado todos los escalones, para encontrarme conmigo misma.

En fin, ya basta de tanto floro barato y a lo que voy: A narrar mis anécdotas de la manera más exagerada posible para postearlas. De este modo quizás, no terminen pudriéndose en alguna esquina de mi cerebro o no sigan siendo los secretitos entre amiguitas, que corren como reguero de pólvora para terminar convirtiéndose en rumor y sin que yo haya tenido el privilegio de hacerlo llegar a esa décimo quinta oreja desde mi propia boca.

A partir de hoy vamos a patear la puerta antes de entrar, a silbarle al vecino que está más bueno que el pan, a escaparnos de noche por el cuarto de la empleada y a treparnos al cuarto del chico que nos enloquece, entre otras cosas.

Porque esas cosas pasan y nadie las cuenta así nomás.

 
En Nuestra Era del Gato. Design by Exotic Mommie. Illustraion By DaPino